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4 El año pasado, la familia Sandoval — Julia, Roland y su hija Chevelle de seis años de edad, — esperaban celebrar la Navidad. Entonces, la repentina enfermedad de Chevelle casi los dejó sin aliento. Cuando Chevelle tenía tan sólo dos meses de edad, experimentó una convulsión y fue diagnosticada con epilepsia. Aunque es una enfermedad grave, la epilepsia fue algo con lo que Chevelle había aprendido a vivir y no le había impedido disfrutar de una vida activa ni le había disminuido su personalidad carismática. Luego el 5 de diciembre del 2014, Chevelle tuvo varias convulsiones poco características cuando se encontraba en su hogar, y sus padres llamaron al 911. Ella continuó teniendo convulsiones en la ambulancia de camino al Children's Hospital of San Antonio. "Fue la peor experiencia de mi vida", dice Julia. "fue algo que ningún padre debería vivir nunca. Casi pierdo a mi niña, mi orgullo y alegría, mi todo, esa noche". UNA RESPUESTA CRÍTICA Después de llegar al Servicio de Emergencias del Hospital, Chevelle sufrió un paro cardíaco. Los médicos y el personal comenzaron la resucitación cardiopulmonar en un esfuerzo por salvar la vida de Chevelle. "Mi corazón se afligió y sentí el silencio a mi alrededor después de que alguien me dijo que su corazón se había detenido brevemente," Julia recuerda. "Fue horrible ver a mi hija allí en la cama, y no había nada que yo pudiera hacer por ella, sino simplemente decir: 'Aquí estoy, Chevelle'". Aunque Chevelle no había mostrado signos externos de enfermedad antes de su colapso, Julia y Roland aprendieron que ella padecía una infección pulmonar muy grave. "Chevelle fue diagnosticada con tres tipos de neumonía", dice Elumalai Appachi, MD, Jefe de la sección de cuidados críticos en el Children's Hospital of San Antonio y profesor asociado de pediatría del Baylor College of Medicine. "El noventa por ciento de sus pulmones estaban dañados, y su condición fue empeorando". Esperand respiro Forever First | Verano 2015 • Para encontrar un médico, llame al 1.877.250.DOCS.